Entre las muchas mentiras convertidas en una sola verdad, la oficial, está la de que la guerra de Sucesión  fue una guerra entre Cataluña y España. Nada más falso.

Al cerrar la rama dinástica de los Austrias su ciclo histórico por no tener descendencia ni herederos Carlos II el Hechizado, en 1698, Inglaterra, Holanda y Francia, firman el primer Tratado de Reparto del Imperio Español : Países Bajos, España e Iberoamérica pasarían al príncipe José Fernando de Baviera, nieto del emperador alemán Leopoldo I de Austria. Italia (Nápoles,Sicilia, Cerdeña y Milán) a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, el rey Sol.

Pero al año siguiente (1699) fallece José Fernando de Baviera y el 25 de marzo de 1700 entre las potencias anteriormente citadas se firma el segundo Tratado de Partición: España, Iberoamérica y los Países Bajos pasarían al archiduque Carlos de Austria, Nápoles, Sicilia y Cerdeña serían para Felipe y Milán para el duque de Lorena.

Ante estos descuartizadores europeos, de forma inesperada, el enfermizo Carlos II nombra sucesor a Felipe de Anjou, el que sería Felipe V, bisnieto de Felipe IV y empieza la Guerra de Sucesión entre éste y el archiduque Carlos de Austria, apoyado por Inglaterra, Holanda y el Imperio Alemán. Repárese que la Guerra de Sucesión, que trasladó sus efectos a las colonias de las potencias enfrentadas, duró 11 años y causó la friolera de 1.200.000 muertos.

Felipe V llega como rey de España (1701) y jura los fueros tanto del Reino como del Principado (“Constitucions catalanes”) mientras la anterior dinastía de los Austria hacía un siglo que se negaba a jurarlos. No era probable, por tanto, al menos en aquel momento, que Felipe V impulsase planteamientos centralistas, que no aplicó, ni siquiera concluida la guerra, con Navarra, que había permanecido fiel a su causa, por lo que mantuvo sus derechos forales.

Viendo mejor protegidos sus intereses y privilegios con el Archiduque Carlos de Austria, Rafael Casanova i Comes, un acaudalado oligarca que llegó a ser la máxima autoridad del Ayuntamiento de Barcelona como “Conseller en cap”, jugó la carta del austracismo.

Como coronel de la milicia ciudadana, cargo añadido al de “Conseller en cap”, el 30 de noviembre de 1713 animó a la tropa con las siguientes palabras:

“Hoy es el dia en que … por nosotros y por la nación española peleamos”.

Y en el Bando que Rafael Casanova y Antonio Villaroel mandaron pregonar por todas las calles de Barcelona el 11 de septiembre de 1714 se decía:

“… acudirán a los lugares señalados, a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su Rey, por su honor, por la Patria y por la libertad de toda España”

El 11 de septiembre, durante el asalto Casanova fue herido por una bala en el muslo, con la ayuda de un médico fue trasladado al colegio de la Merced, falsificó un certificado de defunción, hizo desaparecer de los archivos los papeles que lo involucraban, delegó en otro consejero la capitulación y salió de Barcelona disfrazado de fraile.

Curó de su herida en Sant Boi de Llobregat, a los dos años reabrió su despacho en la barcelonesa calle de “Banys  Nous” y murió plácidamente a los 83 años y no heroicamente en la defensa de Barcelona como así consta en numerosos libros de historia , textos escolares y medios de comunicación publicados desde hace más de 30 años.

Afortunadamente, con la aparición de las redes sociales, de Wikipedia y demás, las cosas han cambiado hasta el punto de que un eximio representante del catalanismo militante como Toni Soler en “La Vanguardia” de 14 de septiembre de 2008, bajo el título de “Dejemos tranquilo a Casanova” dejaba escrito:

“Los países suelen maquillar su pasado para que parezca más glorioso o como mínimo, algo menos miserable … ¿ Que Casanova no fue exactamente un héroe?  Cierto. ¿Que en 1714 no se luchaba por la independencia, sino por otro concepto de España?  Ciertísimo.

Alfons Pareja, afiliado de Ciutadans (C´s)