Una gran mentira que, por repetida, ha adquirido carta de naturaleza en Cataluña es la de que somos una nación milenaria.

   Más de una vez la señora Pilar Rahola sacó a relucir el estribillo de que “som una nació mil.lenària” en la entrevista a Albert Rivera habida en 8tv (18-12-2013) con la complicidad, por pasiva, de los otros dos entrevistadores, el anterior director de La Vanguardia y el anterior director de El Periódico.

   En una carta a La Vanguardia (20-12-2013) publicada bajo el título de “El valor de la història”, a la que damos valor de categoría porque refleja la inmensa mayoría, todo un médico se muestra encantado con Albert Rivera (“em va encantar … hi va haver moments que va eclipsar la resta dels contertulians”) pero (“quan es va parlar dels mil anys d´història de Catalunya vostè es va mostrar inflexible. Mil anys d´història no son res per a vostè, no li interessen. I ací és on em va decebre, senyor Rivera”).

   Desde hace más de 30 años a través de la escuela, de la Universidad y de los medios de comunicación se ha difundido la especie de que Cataluña es una nación milenaria y ello ha calado tanto como en la Alemania nacionalsocialista caló la creencia en el Reich de los mil años.

   En 1988 se celebró por todo lo alto el supuesto milenario de la nación catalana y una de las poquísimas voces discrepantes fue la de Montserrat Roig, de formación marxista, que en un “melindro” de l´Avui se opuso al falso milenario, entre otras razones, porque el concepto político de nación apareció por primera vez en la famosa conferencia “Qué es una nación”, dictada en la Sorbona el 11 de marzo de 1882 por Ernest Renan.

   Hace mil años no había ninguna nación en Europa ni en el resto del mundo porque como explicó Renan “las naciones son algo bastante nuevo en la historia … Es de Francia la gloria de haber proclamado, a través de su Revolución, que una nación existe por sí misma. Nuestro es el principio de las naciones”.

   Y con una clarividencia que roza lo divino, en esta histórica conferencia Renan afirmó que “las naciones no son algo eterno. Han comenzado, terminarán. La confederación europea, probablemente las reemplazará”.

   España, incluida Cataluña, está en plena decadencia, necesita una regeneración (“renovarse o morir”) y con todas las pegas, que las hay, la única alternativa es Europa, cuya supervivencia se sobrepondrá a unos nacionalismos tan fuertes como irracionales.

   Se trata de no renunciar a nada. Altos o bajos, de izquierdas o de derechas, creyentes o ateos, nacidos aquí, allá o acullá, como ya ocurrió con el imperio romano, se trata de dejar de ser lugareños y de convertirnos en ciudadanos europeos porque como dijo Renan “la razón, la justicia, lo verdadero y lo bello son idénticos para todos”