La escuela ha sido y es la herramienta de trabajo imprescindible del proyecto nacionalista en Cataluña. El filólogo Albert Branchadell ya descifró hace casi dos décadas en su ópera prima “La normalitat improbable” cuál era el objetivo último de la llamada política de Normalización Lingüística, que no es otro que el de alcanzar el monolingüismo catalán a través de la Inmersión Lingüística obligatoria. Sin embargo, la presentación del catalán como “lengua propia” y del castellano, por tanto, como “impropia” no ha servido a los nacionalistas como elemento lo suficientemente aglutinador para crear una conciencia nacional catalana fuerte. Es por ello que, paralelamente a la exclusión del castellano, se ha ido cocinando a fuego más o menos lento pero constante, un relato histórico interesado y de muy dudosa veracidad en las escuelas que en los últimos meses, debido a la coyuntura política, huele demasiado a quemado. Son tantas las evidencias del adoctrinamiento independentista que se ejerce en nuestras escuelas que algunos ciudadanos, padres y madres con hijos en edad escolar, se han puesto en contacto con nosotros para compartir su profunda preocupación por unos hechos tan graves, así como su sentimiento de total desamparo ante unos representantes públicos que, lejos de protegerles, son los promotores de tal despropósito. A través de este artículo pretendemos, por lo tanto, dar a conocer esta degradante situación y sumarnos a nuestros conciudadanos en una denuncia contundente de esta escuela ideológica que manipula impunemente a los niños y niñas catalanes.

   La jugada maestra del secesionismo catalán es conseguir cuantas más adhesiones mejor a la falaz idea de que España oprime las libertades de Cataluña y que lleva haciéndolo por la fuerza de las armas desde hace cientos de años. Por increíble que parezca, éste es el discurso oficial subvencionado con dinero público en Cataluña. En las escuelas no se cubren las bajas de maestros durante semanas, pero los docentes tienen a su disposición un verdadero arsenal de recursos (vídeos, monográficos, actividades, visitas guiadas al Borne, etc.) para que los alumnos entiendan la Guerra de Sucesión como lo que nunca fue, una ocupación española de Cataluña. La propia Generalitat organizó cursos para explicar a los docentes como debían tergiversar la historia y lo que sucedió en 1714 ante sus alumnos. http://tricentenari.gencat.cat/ca/recursos/ 

  Estas actividades pretenden utilizar hechos históricos falseados para inculcar el odio a un enemigo externo y opresor (en este caso España) en los niños y jóvenes catalanes. Otra mina de elementos adoctrinadores explícitos es el portal educativo oficial del Departament d’Educació http://www.edu365.cat/ cuya revista escolar es nada más y nada menos que “Vilaweb” http://www.vilaweb.cat/www/diariescola/ un digital ultra nacionalista que ofrece un sinfín reportajes tan “desinteresados” como “La Via catalana hacia la independencia”, la xenófoba “Asamblea Nacional catalana” y otros tantos en la misma línea. También son muy habituales en estas páginas eslóganes del tipo “No ens toqueu la llengua”, en referencia a las sentencias judiciales que dictaminan que el castellano también debe ser de uso vehicular en la escuela junto con el catalán. En los libros de texto de Primaria y Secundaria no es extraño encontrar alguna bandera estelada en fotografías, alusiones recurrentes a los inexistentes Països Catalans y, por supuesto, la presentación de Cataluña como un país. En los últimos meses de este desvarío institucional hemos visto multitud de fotografías de escuelas e institutos públicos mostrando esteladas o pancartas con eslóganes nacionalistas en sus fachadas, programas en la televisión pública en los cuales se utilizaba a niños y niñas para hablar de la independencia de Cataluña o instalaciones públicas en las que se ofrecían versiones independentistas de obras de teatro clásicas destinadas a público infantil. Lo público ha dejado de ser de todos y ha dejado de ser democrático en Cataluña para pasar a ser ideológico y la escuela es el ejemplo más llamativo de ello; sin embargo, los ciudadanos que formamos parte de C’s (valga la significativa redundancia) nunca seremos cómplices de semejante retroceso y atropello y seguiremos siendo una voz crítica y proactiva contra esta manipulación sistemática de los más vulnerables (los niños y los jóvenes) y contra la irresponsable y vergonzosa búsqueda del conflicto social que persiguen nuestros actuales dirigentes por intereses partidistas.