Quim Monzó ha escrito que “el mantenimiento del Senado es una indecencia” y nosotros hacemos nuestras sus palabras.
El Senado, tal como funciona, es una cámara inútil porque sólo puede formular preguntas, interpelaciones y mociones sin nínguna trascendencia. La segunda lectura que hace de la legislación que le llega es una nueva pérdida de tiempo porque, acuerde lo que acuerde, todo vuelve al Congreso, que es el órgano que tiene la última palabra.
Otra cosa sería que el Senado fuera una cámara territorial en la que se ventilaran las diferencias tribales y territoriales de esta “realidad histórica”, según don Américo Castro, que es España. Si tanto o más que las tribus y los territorios, el conjunto, mucho más numeroso, de los ciudadanos que los habitan tuvieran voz y voto a través del Senado, dicho organismo tendría la misma o aún mayor utilidad que la que tiene el Senado en los Estados Unidos de América . De otro modo, sin dar cauce a este embrollo territorial que, como una pequeña Europa, es España, el Senado no sólo no tiene ningún sentido sino que, como afirma Quim Monzó, es una indecencia.
¿Cuál es la actual función del Senado?. Aunque produzca urticaria decirlo no hay que callarlo. Su único cometido es dar satisfacción a lo que Mario Conde llama el Sistema, es decir, a transversales intereses creados que anteponen su propio interés personal o del partido al interés general.
Y derivadamente la pregunta es la siguiente: ¿Se es patriota, español o catalán o de donde sea cuando todo se antepone al interés general? ¿A qué intereses concretos responde al Senado?. Veamos.
La asignación general a todo senador es de 2813,91 € al mes, que se redondea con prebendas que varían según sean elegidos por Madrid (869 €) o por provincias (1822 €), ambas exentas de tributación amén de una tarjeta de taxi de hasta 3000 € (por Madrid) o de 0,25 € por kilómetro en coche propio y dietas por servicio oficial de 150 € al día si se devengan fuera de España o de 120 € al día dentro de España.
Es cierto que los emolumentos de nuestros políticos en euros constantes son menores que, por ejemplo, los de los políticos alemanes, que, por cierto, trabajan mucho más atendiendo a sus electores, pero en euros corrientes la diferencia es mucho menor que la que hay entre un trabajador alemán y español.
El truco de nuestra casta política es que cuando hablan de sueldos omiten lo que cobran por complementos, que es mucho más. Así el presidente del Senado tiene una segunda asignación de 3064,57 € mensuales y un complemento de 4473,64 €, el vicepresidente una segunda asignación de 1209,59 € y un complemento de 2741,16 € y así sucesivamente con secretarios, portavoces, portavoces adjuntos, presidentes, vicepresidentes y secretarios de comisión, portavoces de comisión , portavoces adjuntos de comisión, etcétera, todo un carnaval burocrático que sólo sirve para engrosar el organigrama y que cuesta un dineral: unos 10.000 millones de pesetas al año.
Y sino se produce una metamorfosis todo parece indicar que hay Senado tal cual para rato. Porque el señor Rajoy es de aquellas personas que no ensucian pero que tampoco limpian. Es indeciso, no tiene coraje, carece de principios y por lo mismo no acometerá “la reforma de arriba a abajo” que, como sostiene nuestro presidente, Albert Rivera, necesita España. Aparte de en lo económico, por imperativo de urgencia, no habrá reforma constitucional que haga operativo el Senado, ni administrativa, ni educativa, ni judicial, ni electoral, ni energética por más que el gobierno disponga de una holgada mayoría.
Agrupación de C’s en Sabadell